Por Marta Hernández, Farmacéutica, Nutricionista y Directora de Innovación y Desarrollo en Superlativa
De forma fisiológica, la mujer atraviesa distintas transiciones a lo largo de su vida, marcadas por la capacidad reproductiva del organismo.
Desde la menarquia, momento en que alcanzas la madurez sexual, hasta la menopausia, que supone el cese permanente de la menstruación, los ciclos hormonales determinan el funcionamiento de tu cuerpo.
Durante el ciclo menstrual (28 días teóricos, aunque su duración puede variar), puedes experimentar cambios:
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A nivel emocional, cognitivo o energético como falta de concentración, astenia o desmotivación.
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A nivel físico como hinchazón, estreñimiento o dolor de cabeza.
Cada ciclo está regulado por el eje hipotálamo-hipófisis-ovarios, que sintetiza de manera pulsátil las hormonas necesarias para que pueda haber embarazo. Si no se produce fecundación en esos 28 días, el tejido endometrial se descama y el proceso vuelve a empezar.
Inicio de la perimenopausia y primeros cambios
A partir de los 40 años -aunque cada mujer tiene su propio ritmo, según su reserva ovárica-, la disminución progresiva de estrógenos provoca cambios visibles en tus ciclos, que suelen acortarse.
Ante esta situación, el hipotálamo se activa y los niveles de la hormona foliculoestimulante (FSH) se elevan. Pero al ir disminuyendo tu reserva ovárica esta elevación no siempre se traduce en ovulación y pueden aparecer ciclos anovulatorios.
El papel de los estrógenos en la salud global
Los estrógenos actúan como verdaderos garantes de la salud femenina. Su descenso progresivo durante la perimenopausia desencadena alteraciones que afectan a múltiples sistemas de tu organismo:
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Aumento del riesgo cardiovascular: disminuye el colesterol protector (HDL) y aumenta el colesterol de baja densidad (LDL).
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Aparición o empeoramiento de la resistencia a la insulina.
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Activación de la inflamación y aumento de la presión arterial.
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Mayor riesgo de osteoporosis por aumento de la resorción ósea.
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Cambios genitourinarios: disminución en la síntesis de colágeno, reducción de la vascularización y de la secreción de moco, lo que incrementa las infecciones.
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Riesgo de deterioro neurocognitivo: La disminución de estrógenos afecta directamente al cerebro, especialmente a áreas con alta densidad de receptores estrogénicos que regulan memoria, estado de ánimo, sueño y termorregulación.
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Sintomatología vasomotora (bochornos): causados por una disfunción del centro regulador del hipotálamo.
Cómo afecta el estrés en la perimenopausia y la menopausia
Tu organismo está diseñado para buscar equilibrio (homeostasis), activando una respuesta integrada ante cualquier estímulo.
Tu sistema neuroendocrino actúa en sinergia para asegurar tu supervivencia y salud. Dentro de este, el eje hipotálamo-hipófisis-adrenal (HHA) regula tu respuesta al estrés a través de la síntesis de cortisol, una hormona clave que se produce a partir del colesterol.
Este eje está íntimamente relacionado con la formación de tus hormonas, de tu sistema inmune, de la insulina y, en general, de la formación y regeneración de otros sistemas o tejidos.
Funciones del cortisol y su impacto
El cortisol cumple funciones fisiológicas esenciales:
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Aumenta los niveles de glucosa en sangre.
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Disminuye la síntesis de la insulina.
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Reduce la formación de hormonas tiroideas.
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Suprime la función inmunológica.
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Disminuye la formación ósea.
La secreción de cortisol está regulada por el ritmo circadiano y por la ACTH (hormona adrenocorticotropa), con un pico al despertar para cubrir la demanda de glucosa tras el ayuno nocturno.
A lo largo del día, su producción debería disminuir para facilitar la síntesis de melatonina, hormona clave para el inicio y mantenimiento del sueño.
Cuando la síntesis de cortisol se desregula -como ocurre en situaciones de estrés sostenido-, tu cerebro entra en “modo huida”, priorizando la supervivencia inmediata sobre funciones cognitivas superiores.
Esto puede provocar:
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Disminución de la neurogénesis.
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Reducción de la síntesis de factores neurotróficos como el BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro).
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Aumento de la excitotoxicidad por exceso de glutamato (aminoácido excitatorio).
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Neurotoxicidad por hipercortisolemia, que reduce la neuroplasticidad.
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Disfunción dopaminérgica y noradrenérgicas, asociada a ciertos tipos de depresión.
Estrés y perimenopausia: cómo mejorar los síntomas
Durante la perimenopausia, se producen cambios drásticos que pueden afectarte física, emocional y cognitivamente.
En un porcentaje elevado de mujeres, estos cambios provocan una sintomatología que afecta a la calidad de vida como falta de energía y motivación, neblina mental u olvidos frecuentes, resistencia a la insulina y aumento de peso.
El estrés crónico no solo agrava esta sintomatología, sino que perpetúa un desequilibrio en la producción de cortisol, creando un círculo difícil de romper.
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Sigue una dieta antiinflamatoria, rica en antioxidantes (hortalizas y verduras) y con proteína de calidad, baja en procesados y azúcares simples.
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Aumenta el consumo de omega 3 (presente en pescados azules y frutos secos) y reduce el de omega 6.
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Incluye más fibra a través de verduras, legumbres y cereales integrales.
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Evita el tabaco y el alcohol.
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Haz ejercicio de fuerza: la masa muscular mejora la resistencia a la insulina y fortalece tus articulaciones y huesos.
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Hazte revisiones ginecológicas periódicas de función tiroidea, vitamina D y niveles hormonales.
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Dedícate tiempo: actividades placenteras, descanso de calidad y autocuidado emocional.
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Nueva etapa, nuevas formas de cuidarte
Aunque la perimenopausia puede vivirse como una etapa exigente, también es una gran oportunidad para reconectar con tu salud y tomar decisiones que te fortalezcan. Comprender el impacto del cortisol y del estrés en esta transición es el primer paso para recuperar tu equilibrio. Con un enfoque integrador -alimentación, descanso, ejercicio, adaptógenos y autocuidado-, es posible transitar esta etapa con más claridad, energía y bienestar.
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Usharani Pingali1, Chandrasekhar Nutalapati1, Yan Wang2 1Department of Clinical Pharmacology and Therapeutics, Nizam’s Institute of Medical Sciences, Hyderabad, India, 2Section of Public and Population Health, Division of Oral and Systemic Health Sciences, School of Dentistry, University of California at Los Angeles, Los Angeles, CA, USA