Por Laura Llacuna, PhD y Asesora Médica en Superlativa
Puede que lo hayas sentido sin saber nombrarlo del todo: palpitaciones, nudo en la garganta, ganas de salir corriendo sin motivo aparente. Si alguna vez te has preguntado qué es la ansiedad, estás en el lugar adecuado.
Definición de ansiedad: lo que necesitas saber
La ansiedad es una respuesta automática de tu cuerpo ante lo que interpreta como una amenaza, incluso si no hay un peligro real. Es un mecanismo de supervivencia que activa reacciones como la lucha o la huida, y que no solo se expresa en lo físico, sino también en tus comportamientos: puedes bloquearte, evitar situaciones o sobreanalizar lo que te rodea.
A diferencia del estrés, que suele desaparecer cuando se resuelve lo que lo provoca, la ansiedad puede continuar incluso cuando el desencadenante ya no está. Muchas veces, aparece sin un motivo claro, lo que indica que está más relacionada con cómo gestionas tus emociones y pensamientos que con factores externos. Por eso, entenderla es el primer paso para recuperar el control.
Cómo actúa la ansiedad en tu cerebro
Para comprender los síntomas de la ansiedad, es útil saber qué zonas del cerebro están implicadas. No hay una única región que la controle: se activa una red compleja, en especial dentro del sistema límbico, que regula las emociones.
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Amígdala: detecta amenazas y activa la señal de alerta.
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Hipocampo: registra experiencias estresantes y ayuda a que las recuerdes para evitar situaciones similares en el futuro.
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Hipotálamo y tálamo: integran y transmiten señales emocionales.
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Corteza prefrontal: regula tus emociones y decisiones, pero en momentos de ansiedad intensa, su actividad disminuye, dificultando que puedas calmarte o pensar con claridad.
Cuando la ansiedad se vuelve constante, la amígdala puede estar hiperactiva, interpretando casi cualquier estímulo como peligroso. Y si a eso le sumas un desequilibrio en neurotransmisores, el resultado es un bucle del que cuesta salir. Esta sobrecarga también tiene consecuencias a largo plazo: se ha relacionado con mayor riesgo de depresión y deterioro cognitivo.
Síntomas de la ansiedad que puedes estar pasando por alto
Una crisis de ansiedad puede durar minutos, días o incluso semanas. Y aunque se tiende a pensar que todo ocurre en tu mente, los efectos sobre tu cuerpo son igual de evidentes. Reconocer los síntomas de ansiedad es fundamental para intervenir antes de que afecten seriamente tu salud y tu día a día.
Algunos de los síntomas de ansiedad más frecuentes incluyen:
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Nerviosismo constante, agitación o tensión
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Sensación de peligro o catástrofe inminente
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Aceleración del ritmo cardíaco
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Hiperventilación o dificultad para respirar
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Nudo en la garganta o sensación de opresión
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Sudoración excesiva o temblores
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Visión borrosa
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Cansancio extremo o debilidad inexplicable
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Dificultad para concentrarte
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Problemas para dormir o descanso poco reparador
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Trastornos gastrointestinales: hinchazón, gases, molestias digestivas
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Tensión muscular persistente
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Ronquera o rigidez en la garganta
Aunque parezcan síntomas aislados, todos forman parte de una misma señal: tu sistema nervioso está pidiendo ayuda. Escucharlo a tiempo marca la diferencia.
Tipos de trastornos de ansiedad
Los trastornos de ansiedad no se manifiestan siempre de la misma forma. Existen diferentes tipos, cada uno con características y síntomas propios, que conviene conocer para identificarlos a tiempo y buscar la ayuda adecuada.
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Ataques de pánico (crisis de ansiedad, crisis de angustia, panic attack): Aparición temporal y aislada de miedo o malestar intensos, acompañada de otros síntomas de ansiedad (palpitaciones, temblores, escalofríos, sudoración, opresión en el pecho, sensación de ahogo o atragantamiento, náuseas o molestias abdominales, mareos, miedo a morir o a perder el control,…) que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros 10 minutos.
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Agorafobia: Aparición de ansiedad al encontrarse en lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil, o donde no se dispone de ayuda, o más o menos relacionada con una situación (pasar por un puente, o viajar en autobús, tren o automóvil). Se suele relacionar con el trastorno de angustia.
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Fobia específica: Temor acusado y persistente que es excesivo o irracional, desencadenado por la presencia o anticipación de un objeto o situación específicos (p. ej., volar, precipicios, animales, administración de inyecciones, visión de sangre).
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Fobia social: Temor acusado y persistente que se desencadena ante una o más situaciones sociales en las que la persona se siente evaluada o expuesta a desconocidos/otros semejantes que no son de su confianza.
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Trastorno por estrés postraumático: La persona ha estado expuesta a un acontecimiento extraordinariamente traumático (muerte, amenaza de vida,..), y éste es re-experimentado persistentemente a través de recuerdos, sueños.. Existe una evitación persistente de estímulos asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del individuo.
Causas de la ansiedad y factores de riesgo
Cualquier persona puede desarrollar un trastorno de ansiedad en cualquier momento de su vida. Sin embargo, algunos factores de riesgo aumentan la probabilidad de experimentar ansiedad:
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Factores genéticos: Si tienes un familiar con ansiedad, es más probable que tú también la experimentes. Las fobias específicas pueden incluso ser hereditarias.
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Química cerebral: Los niveles de ciertas sustancias químicas en el cerebro pueden afectar el estado de ánimo y los niveles de ansiedad.
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Entorno: Un evento traumático en la vida, el abuso, una pérdida grave, la crianza o los altos niveles de estrés en el trabajo podrían aumentar la probabilidad de desarrollar un trastorno de ansiedad. Haber experimentado un evento traumático, los problemas laborales o familiares, las dificultades económicas, los cambios vitales.
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Personalidad: Otro factor que en ocasiones puede ayudar a desarrollar un trastorno de ansiedad es la "forma de ser" de una persona. Personas con tendencia a la inhibición y la timidez pueden tener una mayor tendencia a desarrollar trastornos de ansiedad. No obstante, hay que recordar que no existe ningún factor de riesgo que sea determinante por sí solo en la aparición de estos trastornos.
Diagnóstico de la ansiedad
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Realizarte un examen psicológico. Esto implica hablar sobre tus pensamientos, sentimientos y comportamientos para ayudar a identificar un diagnóstico y detectar las complicaciones relacionadas. Los trastornos de ansiedad a menudo se producen junto con otros problemas de salud mental, como la depresión o el abuso de sustancias, lo que puede complicar la determinación del diagnóstico.
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Muchos médicos utilizan los criterios del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, DSM-5), publicado por American Psychiatric Association (Asociación Estadounidense de Psiquiatría), para diagnosticar un trastorno de ansiedad.
Tratamiento de la ansiedad
El mejor tratamiento dependerá del tipo de trastorno y de la gravedad de los síntomas ansiedad.
Los principales tratamientos para la ansiedad son la psicoterapia (como la Terapia Cognitivo-Conductual) y la medicación, que a menudo se combinan para obtener mejores resultados.
El estilo de vida y el autocuidado son fundamentales; dormir lo suficiente, comer saludablemente, hacer ejercicio regularmente, mantener un horario y evitar el alcohol y las drogas ilícitas pueden ayudar a controlar los síntomas.
Cuando estás en ese estado de alerta constante, es fundamental contar con herramientas que te ayuden a restaurar el equilibrio. Una de las más estudiadas es la Ashwagandha, una planta adaptógena que actúa reduciendo la intensidad de la respuesta al estrés.
Se ha demostrado que ayuda a regular los niveles de cortisol, la hormona que se eleva en estados de ansiedad sostenida. Su uso continuado puede ayudarte a dormir mejor, mejorar tu estado de ánimo y recuperar una sensación general de calma.
Hábitos y prevención
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Técnicas de relajación: La respiración profunda, la meditación o el yoga ayudan a activar el nervio vago, clave para que el cuerpo recupere calma y equilibrio frente al estrés.
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Exposición solar: Tomar 5-10 minutos de sol por la mañana (sin protección y evitando horas punta) regula el ritmo circadiano y favorece la producción natural de melatonina, la hormona del sueño.
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Evitar pantallas de noche: La luz blanca de móviles y dispositivos bloquea la producción de melatonina y alteran el descanso. Lo ideal es desconectarse después de las 9 de la noche.
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Alimentación y proteínas: El triptófano de las proteínas (huevos, pescado, legumbres) es esencial para fabricar serotonina y melatonina. Consumirlas por la mañana -mejor que por la noche- mejora el descanso y la regulación del sueño.
Por qué no deberías ignorar la ansiedad
El estrés y la ansiedad no se quedan solo en la mente. Si no los gestionas, pueden afectar a tu sistema inmunológico, digestivo, hormonal y cognitivo. Con el tiempo, los síntomas se acumulan y afectan tu bienestar de forma profunda.
Ahora que ya sabes qué es la ansiedad y cómo se manifiesta, tienes más herramientas para empezar a cuidarte de verdad. Querer conocer tus síntomas de ansiedad es respetar lo que tu cuerpo y tu mente están intentando comunicarte.
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